La responsabilidad del enfermo y del ciudadano en general contribuye a mejorar la salud propia y a hacer un sistema Nacional de Salud más eficiente
A estas alturas es una obviedad decir que estamos inmersos en una gran crisis, fundamentalmente económica, con trascendencia y enorme repercusión en otros ámbitos. Estamos viendo debilitarse muchas de las cosas que dábamos por evidentes y ahora toca hacer un ejercicio reflexivo sobre nuestra contribución para intentar salir adelante lo más pronto y mejor posible, aunque alguno, escondiéndose en este río revuelto, trate de sacar rédito y embrollar todo en una especie de ceremonia de la confusión, con gran indignación y perplejidad por parte del resto. Pero esto es un capítulo de nuestra historia que estamos viviendo y que requeriría un análisis mucho más explícito y sosegado.
Refiriéndonos a uno de nuestros sectores que más afecta al conjunto de los ciudadanos: el Sistema Nacional de Salud, es constatable que está sufriendo estos avatares. Son muchas consideraciones las que habría que hacer para conseguir un sistema más eficiente, pero hoy me gustaría dar algunas pinceladas sobre la participación del paciente y del ciudadano en general, en el cuidado y mejora de su propia salud.
Las soluciones a los problemas de sostenibilidad del sistema no puede limitarse al ámbito económico ya que es necesario asegurar una correcta utilización de los recursos de los que disponemos por parte de todos los agentes (enfermos, profesionales y gestores).
Como consecuencia de las bajas tasas de natalidad y el aumento de la longevidad se está produciendo un envejecimiento de la población. En el año 2050 el número de personas de la UE con más de 65 años habrá crecido un 70% y el número de personas mayores de 80 años se habrá incrementado en un 170% (http:ec.europa.eu/health-eu/doc/whitepaper en.pdf).
La innovación en medicina es, sin duda alguna necesaria y deseable, pero plantea retos importantes para los gestores. La aparición constante de nuevos medicamentos, productos sanitarios y tratamientos que mejoran la calidad de vida suelen conllevar, aunque no siempre un aumento de los costes de los tratamientos. La farmacia hospitalaria ha crecido a razón de un 15,8% en los últimos años.
Uno de los puntos fundamentales y al que se está prestando y habrá que prestar más atención es el cumplimiento del paciente con el tratamiento prescrito, lo que muchos llaman “adherencia al tratamiento”. Esto es muy importante para la salud del enfermo y para la eficiencia del sistema sanitario. Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud, en los países desarrollados, sólo el 50% de los pacientes crónicos cumple con su tratamiento, y entre el 30% y el 50% lo abandonan en los primeros 6 meses.
Los hábitos de vida saludables juegan un papel importantísimo en el cuidado de nuestra salud. Según datos de estudios sobre este particular, el 60% de la población española no realiza ninguna actividad física, situándonos en el penúltimo puesto entre los estados miembros del la Unión Europea, seguidos únicamente por Malta.
Entre las prácticas para el autocuidado se encuentran: alimentación adecuada a las necesidades, medidas higiénicas, control y reducción del consumo de medicamentos a lo realmente necesario, manejo del estrés, habilidades para establecer relaciones sociales y resolver problemas interpersonales, ejercicio y actividad física, comportamientos seguros, recreación y manejo del tiempo libre…
Sabemos que con la prevención no todo se puede conseguir, pero al menos lo debemos intentar!
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